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Nuestra Historia

 

 

SIRIA

Se cree que alrededor del 1810 a.C. el rey Samsi-Adat I (que reinó desde 1813 hasta 1780 a.C. aproximadamente) de Asiria estableció su capital, Shubat Enlil, en lo que hoy es Tell Leilan, en el extremo noroeste de Siria. Hammurabi de Babilonia conquisto posteriormente el reino y más tarde Egipto compartió con babilonia su influencia en la región. Los egipcios y los hititas conquistaron sucesivamente partes de Siria y en el siglo VIII a.C. lo hicieron los asirios. En el siglo VI a.C. la región pasó primero a los caldeos y después a los persas (538 a.C.) Alejandro III el Magno convirtió Siria en parte de su Imperio entre el 333 y el 332 a.C. y a finales del siglo IV a.C. pasó a manos de Seleuco I Nicátor, uno de los generales de Alejandro, que estableció la capital en Antioquía. Durante el siglo III a.C. los Tolomeos de Egipto y los Seleúcidas se enfrentaron por la posesión de la Siria meridional y Palestina; ambas regiones asñi como la mayor parte de Asia occidental pasaron a los Seleúcidas, cuyo dominio se conoció como el reino de Siria. En el 64 a.C. Siria se convirtió en una provincia romana tras su conquista por Pompeyo Magno. Gozó de una gran prosperidad sólo perturbada por los ataques de los partos (57-41 a.C.) y de los reyes Sasánidas de Persia (257-267 d.C.).

Después de la división del Imperio romano (395 d.C.) -el Imperio de Occidente con su capital en Roma y el Imperio de Oriente (o Imperio bizantino) con capital en Constantinopla- Siria permaneció siendo una provincia bizantina durante 240 años. Fue conquistada por los árabes en el 636 convirtiéndose en uno de los centros islámicos más destacados; en el 661 Damasco pasó a ser la sede del poder de los califas omeyas y se transformó en una de las ciudades más importantes y espléndidas del mundo musulmán.

LIBANO

Los restos arqueológicos indican una ocupación a lo largo de la costa libanesa del mar Mediterráneo en el período paleolítico, y hacia el 4000 a.C. la región había desarrollado tanto la metalurgia como la cerámica. hacia el 2500 a.C., la costa fue colonizada por los fenicios, un pueblo marinero relacionado con los cananeos. Sus ciudades-estados -que controlaban la mayor parte del territorio de lo que hoy es Líbano- comerciaban con el antiguo Egipto y se convirtieron en florecientes centros culturales bajo la influencia de Babilonia.

En el 64 a.C., Pompeyo el Grande conquistó Fenicia, la anexionó a Roma y la administró como parte de la provincia romana de Siria. Beirut se convirtió en un importante centro durante el gobierno provincial de Herodes el Grande, mientras que Baalbek pasó a ser un espléndido centro religioso; ambas ciudades fueron proclamadas oficialmente colonias por Cayo Julio César Octavio Augusto.

La lengua aramea -dominante en el Oriente Próximo- comenzó a reemplazar al fenicio, marcando la integración del territorio con sus vecinos.
En el 608, el rey Persa Cosroes II invadió Líbano y Siria. El emperador bizantino Heraclio I, también monotelista, liberó Líbano en la segunda década del siglo VII.

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